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Debo irme, jefe, mi avión sale a Juegos Dixon, escúcheme bien, por lo que me ha contado, ya no queda ninguna pista, nuestro hombre destacado ahí ha sido asesinado y el agente inglés ha vuelto a su casa. Ya no queda nada que hacer. Si tiene que tomar algún avión es el de Washington, vuelva inmediatamente. Déjeme solo horas para darme una vuelta por los Alpes, creo que el tesoro de Hitler no está muy lejos de aquí. Dixon, o le dan una medalla o acabarán echándole de los EE.UU. Buena suerte. ¿Tiene a alguien para enviar a los Alpes? Por fin. Ya hemos descubierto la pieza. Ahora hay que encontrar su escondite. Revelador desde luego que lo es. Pero nada que se parezca a un búnker. Hemos llegado. Por lo que veo, he olvidado algo. Perdone, pero ¿de dónde viene usted? ¿Cómo ha conseguido llegar hasta aquí sin esquíes? ¿Cómo hubiese podido llegar con esquíes? ¿Por qué? ¿Va al pueblo? ¿Quiere que le lleve? Claro. Pero ¿cómo? Venga, suba. Agárrese a mis caderas y balanceé las piernas siguiendo el movimiento de las mías. ¿Listo? ¡Vamos! ¿Tiene miedo? No, pero no tengo tanta prisa. Le dije que se agarrará fuerte a mí, espero que no se haya roto nada. Creo que no. Pero ¿usted quién es, una taxista de las nieves? No, estoy pasando unos días de vacaciones. ¿Cuál es el mejor hotel aquí? El mío, el hotel Cristiana. Es el mejor de este lugar. ¡Dixon! ¡Pare! ¡Bob Dixon! ¡King! Pero si es usted de verdad. Está vivo. Pero ¿cómo es posible? Le vi carbonizado. No era yo. Era el chófer de nuestro agente de Marrakech. ¿Lo recuerda? Siga. Pobrecillo, llegué a sospechar de él. Y además también asesinaron a nuestro agente polígamo. Ya lo sé, antes de dejar Marrakech, fui a verle para comunicarle su muerte y me encontré a las cuatro mujeres en un mar de lágrimas. ¿Está aquí de vacaciones? ¿Quién, yo? Odio la nieve. Pero ¿a usted cómo se le ha ocurrido venir por aquí? Porque he pensado: ¿cuál podría ser el único sitio tranquilo y seguro donde el dictador podría haber escondido ese tesoro? Únicamente Suiza. Y, conociendo la astucia de Hitler, ¿qué puerto podría escoger? Supongo que este. El Cervino, un monte casi inaccesible. Había subestimado su lógica. También yo estoy aquí porque había llegado a la misma conclusión. Además, porque aquella mujer, antes de morir, había dicho la palabra “monte”. Creo que el que voló la mansión y después intentó liquidarme, no debe estar muy lejos de aquí. Desde luego, si, efectivamente, el búnker está aquí. En el avión llevaba un detector de metales, algo he detectado cuando volaba sobre las montañas. Sin embargo, no he podido aterrizar ahí mismo. He alquilado un helicóptero, con él, podemos ir a donde queramos. Mañana estará aquí. Perfecto. Entonces mañana empezamos. Quiero aprender a esquiar. Supongo que será útil para todo este equipo de misiones, ¿no le parece? Excelente idea. Yo también lo haré. Bueno, ya he llegado, pare. ¿A dónde va? A entrenarme un poco. Quiero estar en forma para mañana. Pero ¿usted sabe esquiar? No, pero no debe ser difícil mantener el equilibrio sobre dos pedazos de madera. Nos veremos luego. Bien. Siga. Siempre es un placer encontrarse a los pies una bella muchacha. Si le gusta pensarlo Juegos Bueno, ya están listos sus esquíes. -¡Pero si es el hombre de las nieves! ¿Qué está haciendo aquí? He venido a alquilar unos esquíes. ¿No me dijo que no sabía esquiar? En efecto, pero quiero intentarlo y ya que está aquí, ¿por qué no me acompaña? Así podrá ayudarme por estas montañas, estoy seguro de que aprenderé muy pronto con usted. Vamos. Un accidente de esquí han dicho. Pero a mí no me la dan. Un esquí no se rompe así como así, como si fuera de cristal. Ha sido un atentado, se lo aseguro. El esquí lo habían roto antes. Han intentado liquidarnos de nuevo. Pues por lo que a mí respecta, me han dejado fuera de combate. Mañana no podré ir. No se preocupe. Iré yo. No te preocupes, solo un pie es escayolado. Me ha dado esta tarjeta. Está bien, de acuerdo. ¿Dónde tenemos que ir? Manténgase al lado de la montaña. Ahí al fondo. No te muevas o te dejo seco. Vamos, andando. Adentro. Hemos caído en una trampa. Sí, estás en una trampa, Bob Dixon. ¿Quién eres? Soy Charlie Clark o, si prefieres, tu amigo y colaborador. Alexander King. Veo que la pierna se te ha curado enseguida. He de recordarte personalmente, aunque sea un penoso deber tener que matarte, que sigues siendo un amigo. ¿Y qué ha sido del verdadero King? Mandé que lo mataran en el aeropuerto, al llegar viste su cadáver. Tenía que deshacerme también de ti. Los míos lo intentaron, pero sin conseguirlo. Entonces, se me ocurrió otra idea. Desembarazarme de algunos socios incómodos para convencerte al mismo tiempo de que tu misión había concluido. Por eso hice saltar la casa por los aires delante de tus propios ojos una vez que mis hombres se habían escapado por un pasadizo secreto. Un plan genial, pero no había previsto que Dora supiera algo. También tú acabarás como ella. Es un vibrador eléctrico. Crisis cardíaca. Un contacto y el corazón sufre un corto circuito. Te encontrarán en la nieve. Mira arriba. ¿Fuiste tú el que me robaste en mi habitación las fotos sacadas en el balcón. Sí. Mi verdadero rostro no debe ser conocido. Yo fui quien mató al agente de Marrakech para que no te informara de que el verdadero King había sido asesinado en el aeropuerto. Dime, ¿no vale más que la vida de un hombre? No lo sé, King, sé que todo lo que has hecho no servirá de nada. Mira, amigo, yo he llegado hasta aquí siguiéndote, una de las balas de tu pistola es un Juegostransmisor. La metí en el cargador en Marrakech, esa señal significa tu fin, King. La Juegos no ha dejado de transmitir y dentro de poco habrá aquí más agentes que en toda la central de la FIA. ¡Nos ataca un avión! ¡Ah! ¡Nos disparan! Intentemos deshacernos del helicóptero. No, déjame a mí, me ocuparé de él. ¡Dale! ¡Lo hemos conseguido! Los mandos no responden. Deben haberlos malgastado. Intentaré un aterrizaje forzoso. Se nos vienen encima, escapa. Yo me quedo. Vamos, haz lo que te digo. Se nos vienen encima y si nos matan a los dos, nadie podrá decir nada. Vamos, deprisa, vete. ¡Vete! Buena suerte.
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