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Ese tramposo ha estado pagando a todas las enfermeras e internos de urgencias. Estupendo, si pudiéramos darle la vuelta al asunto, podríamos hacer que algunos de esos caraduras trabajaran para nosotros. ¿Cómo? ¿Y dejar sin trabajo a todos esos buenos chicos? ¿Y qué hay de nuestro estilo, de la libertad, de la democracia? Chico, eres un fenómeno. Hago mi papel, nada más. Mira .Radio Vas a ir al Farmers Loan and Trust Company y soborna al tonto de las cajas para que te lo diga todo sobre la anciana. ¿Entendido? ¡Y mira! Como te dejes algo, prepárate. ¡Eh! Y dile a ese de afuera que te descuente dólares por ese cristal. Bueno, despedí a esa serpiente. Todo fue culpa de Corrigan. Mi querida niña, no debes dejar que estos contratiempos te perturben. Después de todo, ¿qué significa para ti Jimmy Corrigan? Nada de nada. Solo .Radio ¿Sí? Odio pensar en él O en cualquiera tan rastrero. ¿Es que no lo ves? A menos que evites la vida, como cualquier cobarde, tienes que entrar en contacto con los Corrigans de este mundo. Negocios, política, toda nuestra moderna civilización exige que la gente con ética se implique en la lucha por la decencia. Tú lo has dicho. Así que voy a ir ahora mismo a decirle a Jimmy Corrigan lo que pienso de él, aunque sea lo último que haga. Muy bien, ¿qué edad tenías cuando te fuiste de Atlanta, Georgia? Eh .Radio tenía años, señor. Bien. ¿Y cómo se llamaban tu padre y tu madre? Elizabeth Ann y Roger Smith Worthington. Bien otra vez. ¿Tenías hermanos o hermanas? Sí, tenía una hermana. ¿Y cómo se llamaba? Caray, nunca me voy a acordar del nombre de esa mujer. ¡Abigail, imbécil, Abigail! Abigail. Sí, señor. Solíamos llamarle la pequeña Abby. Verá, estaba un poco confuso. ¿Por qué estabas confuso? ¡Porque la última vez no tenía hermana! La pusiste ahora. Calla ya. Recuerda que eres un caballero sureño, cretino, un caballero sureño. Dile otra vez cómo se dice. Vale, jefe. Mira, caballero sureño, tienes que decir “por zupuezto”. ¿”Por zupuezto”? Sí. Y tienes que decir “vozotroz”. Vosotroz. Vozotroz. Vozotroz podéis confiar en mí. Un Worthington, señor. Un Worthington de Georgia. Bien, Eddie. Llévalo con esos abogados. Y como empiece a meter la pata, pégale en las espinillas. Y como la arme, le atas un yunque al cuello y lo tiras al agua. Venga. Vale, jefe. Mira, Coronel Abigail, si te quedas en blanco, canta “My Ole Kentucky Home”. Sí, señor. Sí, señor. Vaya, vaya. Pero si es la pequeña Joanie. ¿Cómo estás, nena? Pasa. ¿Un cigarrillo? No, gracias. He estado pensando en ti, nena. Ojalá no lo hicieras, Jimmy. ¿Qué? Pensar en mí. ¿Qué pasa? Puedo pillar algo si ando por tu cabeza. Hace meses que no te veo y lo primero que haces es insultarme. Sí, si es posible. Pues no empiezas mal. ¿Qué quieres? Ronnie Gatson. Esa pequeña rata. ¿Se chivó? No, le pillé yo. Oh, qué lástima. ¿O sea que lo sientes, Jimmy? Claro que sí. Me estropeó el montaje. Ah, era eso. No me gusta que pillen a nadie. Ya, te da igual lo que hagan, solo te importa que los pillen. ¿Qué tiene de malo? Me dedico al negocio, ¿no? Un negocio sucio. Todos los negocios son sucios. Firmado, Jimmy Corrigan, el muchacho de la vista rastrera. Solo hay dos clases de personas en los negocios, las que pillan y las que no. ¿Te haría sufrir un instante saber que hay muchos hombres que no ven las cosas como tú? Dime uno .Radio deja, ya lo sé. Ese baboso para el que trabajas. Te molesta, ¿eh? Sí, como una piedra en el zapato. Siempre te molestará, Jimmy. Tiene algo que tú no tienes. Lo único que tiene que yo quiero eres tú, algo que él me quitó. Te dejé yo por cuestión de decencia. ¿Es decente sobornar a las enfermeras e internos de urgencias? No los soborna. Les paga por un servicio honrado. Y para evitar que hagan para mí el mismo servicio. Para ayudar a la gente a que reciba lo que les corresponde. Y de paso una buena porción para él. Pero él tiene principios. Como si tiene finales. La única diferencia entre él y yo es que tiene un estilo más suave. ¿Nada más? Sí, y un cuchillo más afilado que te clava entre la cuarta y la quinta costilla y no te enteras que estás muerto hasta que llegas a casa. No puedes hablar así de él Hablo de él como quiera. No puedes limpiarte tú ensuciándolo a él. Es un estafador, igual que yo. Es un caballero, y tú un sinvergüenza. Parece que ya te ha dado un repaso. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Quieres que te haga un esquema? ¡Principios! ¡Principios! ¡Yo te enseñaré quién tiene principios! ¿Tengo o no tengo principios? Claro, jefe, claro que sí. ¿Entonces por qué me sujetas? Escucha, jefe, ya tengo toda la información sobre la anciana. ¿Soy un caballero o no? Claro, jefe, toda la vida has sido un tío con clase. ¿Entonces qué le pasa a esa Jane? ¿Qué Jane? Voy a romperle ese cuello perfumado. Yo le enseñaré quién es el caballero. Sea tan amable de transmitir mi agradecimiento al Sr. Wallingham por sus esfuerzos en mi nombre. Lo haré encantado, Madame. Solo hemos cumplido nuestro deber. Nuestro lema es servir. Monsieur. Buen día, Madame. Las . Hora del té. Haz el favor de servir primero al Sr. y Sra. Norton, Horton. Tomará el té, ¿verdad? El Sr.
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